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26 de octubre de 2021

El impacto de la salud mental de la madre en la alimentación de niñas y niños

Durante la pandemia causada por la Covid-19, diversos factores han afectado el bienestar emocional de la población, en especial, la de las madres y cuidadoras. Enfrentarse a situaciones difíciles como la pérdida de empleo, el estrés financiero, las nuevas dinámicas familiares, las restricciones sociales y el distanciamiento físico -que implica un menor apoyo de la familia y un constante miedo al contagio- han puesto en riesgo el estado emocional de madres y cuidadoras de niños menores de 5 años.

La encuesta continua ECIC-19 reportó que, durante este año, el 55% de cuidadoras residentes en la ciudad de Lima tiene indicadores de depresión, ansiedad o estrés; 6 de cada 10 manifiestan tener ansiedad; 5 de cada 10 tienen estrés y 2 de cada 10 tienen uno o dos indicadores de depresión. Atender la salud mental materna, sobre todo en un contexto pandémico, debe ser una prioridad de nuestro sistema de salud.

Según Unicef (2021), la salud mental de una madre impacta en la crianza y el desarrollo de los vínculos estables y positivos; además, es determinante en las interacciones durante la alimentación. Las madres con depresión, estrés y ansiedad tienden a reducir su interés por interactuar con otros y pueden incurrir en prácticas inadecuadas de alimentación como: ser menos cuidadosas en la preparación de las comidas, prestar menos atención al consumo adecuado de alimentos, usar de manera excesiva estrategias de control a la hora de dar de comer y carecer de respuestas a las señales del niño (Surkan et al. 2011 y Kestler-Peleg et al. 2015, Patel et al., 2002).

Se ha demostrado que las madres que sufren depresión post-natal dan de lactar menos tiempo del recomendado y tienen niños malnutridos u obesos (Park, 2018). El modelo propuesto por Bergmeier (2019) propone 3 aspectos influyentes en las prácticas de alimentación del niño: el desarrollo del vínculo afectivo entre la madre y el niño, el temperamento del niño y la salud mental de la madre. Este modelo reúne factores claves en el desarrollo infantil, lo que nos lleva a considerar un enfoque multidisciplinario en la prevención de la malnutrición infantil. 

Los estudios confirman que es necesario atender la salud mental materna para mejorar la nutrición infantil, por lo que se debe incorporar este aspecto en: los programas de salud y nutrición dirigidos a niñas y niños; en el nivel primario de atención; y en las acciones preventivas a nivel comunitario. Dado el contexto actual de la pandemia, el distanciamiento social y la suspensión de los servicios de salud, es necesaria  la creación de rutas y estrategias alternativas para garantizar el bienestar de las madres y cuidadoras primarias de manera que puedan brindar una adecuada nutrición a sus niños mediante  interacciones de calidad, manejo de información y estrategias diversas para dar solución a los problemas que se presenten durante los momentos de alimentación.