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16 de junio de 2024

Cuando no solo se trata de ayudar: La figura del padre como corresponsable de la crianza

Escrito por: Miluska Huamani Quispe

En el Perú, la acción de criar y educar a las niñas y niños se ha entendido tradicionalmente como una labor de la madre quien, en muchas ocasiones, intercala las horas de trabajo doméstico con las que ocurren fuera del hogar (Ospina-García, 2020). Sin embargo, se viene estudiando con más énfasis en el campo de la primera infancia que la presencia del hombre como un co responsable de la crianza y educación genera beneficios altísimos en los hijos en un corto y largo plazo, pero también el efecto se da en los mismos padres, lo que produce un impacto positivo en sus vidas.

En ese sentido, los beneficios en la infancia se traducen en el desarrollo de una mayor seguridad con el entorno, así como la adquisición de herramientas para la resolución de problemas. A nivel de aprendizaje, los niños cuyos padres participan de los momentos de cuidado como la alimentación, baño, cuidado en general, presentan mayor disposición para comunicarse de manera efectiva, y manejan mejores habilidades cognitivas (Aguayo et al.,2016). En general, se puede hablar de un mejor rendimiento académico incluso en la vida adulta. En esa línea, se indica también que la paternidad activa se relaciona con una mejor salud física y mental del infante, por lo que genera un entorno estable, menos violento, y por tanto más seguro para el desarrollo. Para lograrlo, es necesario que se genere una dinámica de corresponsabilidad para reforzar las condiciones del entorno emocional y físico de los hijos.

Esta participación activa que genera resultados positivos no surge de manera gratuita o por el simple hecho de estar en el hogar o aportar económicamente. Nos referimos a una presencia de calidad que se sostenga en un cuidado responsivo, con alcances positivos de comunicación, afecto y sensibilidad pertinente. Estar presente representa ser testigo directo de los desafíos y logros que son parte de la vida del niño, significa acompañar en los distintos momentos de su vida diaria e involucrarse de manera genuina en los espacios de participación del niño como lo son el hogar, la escuela y la comunidad (Barrios 2012 como se citó en Marin y Ospina, 2015).

Como se indicó anteriormente, los beneficios son también para los padres en relación a su desarrollo personal porque esta dinámica genera entre varias ganancias, mayor conexión emocional con su hijo y repercute emocionalmente en la estabilidad propia del adulto. Dichas ganancias permiten que los padres desarrollen habilidades complejas en la socialización que son útiles para su entorno incluso laboral. Del mismo modo, nivel de satisfacción, salud y felicidad son representativos en sus dinámicas de interacción en familia (Aguayo et al., 2016), así como el favorecimiento de un entorno de igualdad.

En conclusión, prestar atención a la participación masculina en las dinámicas familias supone romper prejuicios de roles enfocados únicamente a la madre y con ello resaltar los beneficios personales y sociales que involucra crecer en un entorno seguro y positivo importante para el desarrollo.

 

Referencias bibliográficas:
Aguayo, F., Barker, G., Kimelman, E. (2016) Paternidad y Cuidado en América Latina. Ausencias, Presencias y Transformaciones. Masculinities and Social Change,5(2),98-106.

Ospina, A.,García, L. (2015) Discursos y prácticas de los padres en torno a la crianza y el cuidado en la primera infancia. Universidad de Caldas.

Ospina-García, A. (2020). Nuevas masculinidades y cambio familiar: repensando el género, los hombres y el cuidado infantil. Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, 12 (1), 165-185. https://revistasojs.ucaldas.edu.co/index.php/revlatinofamilia/article/view/2280/2183